domingo, 10 de junio de 2012

Cuento - El viejo Cine Oriente


Cuento hecho por Cássia y Oscar Corbo - mayo de 2012


(propuesta de la facultad, onde los alumnos, en parejas, iniciarian y darian cierre a un cuento ya empezado).

Era un octubre gris en Barcelona, un otoño muy frío hizo en aquel inolvidable año de 2009. La sensación de frío era empeorada por una lluvia fuerte y el viento cortante me había dejado medio chueco, fruto de un lastimado de guerra. Antes que la pierna se quedara dura de todo, busqué abrigo en la única puerta abierta y con luz que yo había encontrado, la del viejo cine Oriente.
Recuerdo que estaba lloviendo a mares y que entré en aquel cine porque no tenía otro sitio donde meterme. Era domingo, habían dado las diez de la noche y hacia bastante rato que había empezado la película. Me senté en la última fila y lo primero que hice fue me quitarme los zapatos, que se me habían puesto perdidos de barro. La película que estaban echando era de amor y salía una chica rubia con un buen par de melones y un fulano que llevaba un sombrero con una pluma y un montón de medallas en el pecho. Un tipo con pinta de príncipe o algo así. Al cabo me quedé como un tronco y cuando me despertó el acomodador había salido casi toda la gente. Ya estaban encendidas todas las luces, pero a pesar de todo me puso la linterna a un palmo de la nariz y  me preguntó si pensaba que aquel cine era un hotel.
Al dirigirme a la salida tropecé en algo. Fijé la mirada y para mi horror, vi que era una mano humana. Me recuerdo que fue siguiendo aquella mano muy alba y que había encontrado el cuerpo sin vida de una mujer rubia tan linda cuanto la rubia de la película atrás del balcón. Yo había llamado el acomodador, que por su vez, llamó a la policía. Dije que 2009 fue inolvidable para mí, pues fue cuando empezó mi infortunio, dos años de cárcel. Fueron dos años de dolor y humillaciones hasta que se presentó el verdadero asesino – el esposo celoso, que había matado la chica sin tener certeza de la infidelidad de su pareja.
Nunca más fui a Barcelona y no quiero ver a una película en un cine y ni a mujeres rubias mismo que sea en películas, por unos buenos años. 

jueves, 3 de mayo de 2012

La fragua de Vulcano





La fragua de Vulcano

Para un trabajo de español sobre telas, elegimos la gran obra barroca “La fragua de Vulcano” hecha por Diego Velázquez en el año 1630, perteneciente al buen inventario de obras del Museo del Prado desde 1819.

Esta opción se dio por tres motivos. El primer motivo es que el autor es magnífico, realista, habiendo puesto en las expresiones de los personajes vida, dolor, amor, sentimientos mil.

El segundo motivo de habernos escogido esta obra es la fuerza mítica del personaje: Vulcano, célebre dios herrero de la mitología romana, correspondiente a Hefestos en la mitología griega.  Dominaba la artesanía del fuego y de los metales, hijo de Júpiter y Juno. Aunque era viejo, feo y cojo desposó a la diosa más bonita de todas: Venus, que lo traicionaba con el dios de la guerra (Marte). Nos cuenta la tradición mitológica que su fragua y hornos quedaban abajo del monte Etna en Sicilia – Italia, teniendo como ayudantes cíclopes y titanes.
El tercer motivo de esta fácil decisión fue que la obra “La fragua de Vulcano” representa con rara belleza el justo momento en que recibía la lúgubre noticia que estaba siendo traicionado por Venus y Marte. La dicotomía opuesta entre luz y sombra se ve muy clara en el contraste de las ropas del dios sol, llamado Apolo, con las ropas oscuras de quienes trabajaban en el subterráneo. Apolo, de relumbrantes laurel y túnica anaranjada, es el portador de la mala noticia del adulterio de Venus. Él es dios de la poesía y de la música, conocedor de la verdad representando la superioridad de las Artes frente a la Artesanía, representada en Vulcano.

Además la linda obra se destaca también por la oposición entre los bellos trazos del rostro de Apolo enfrentada a los groseros rasgos de la faz de Vulcano. La opulencia azul del cielo en el lado de la tela donde estaba Apolo contra la plúmbea fragua de Vulcano. La suavidad  blanca de la piel de Apolo contrastando con la severidad oscura de la piel de Vulcano. Queda subentendida la diferencia de utensilios con los martillos al suelo en comparación con la lira que debe haber quedado en el cielo.  Las expresiones misto de incredulidad y rabia de Vulcano son igualadas solidariamente por sus ayudantes, que sintieron con su jefe el golpe ultrajante de la mala suerte y traición. Al contrario, la expresión de Apolo es serena y suave.

Sólo nos resta un adjetivo para calificar esta obra: ¡Divina!

jueves, 5 de abril de 2012

En esta mañana gris


Porto Alegre, 05 de abril de 2012.

En esta mañana gris

Esta mañana lluviosa y muy gris
Recuérdame Uruguay en invierno
De cuando  yo era muy chico e feliz

Con el viento golpeando fuertemente la ventana
Después del difícil salir de las frazadas
Mi abuela me vestía con gruesas ropas de lana

En mis memorias, el invierno era más frío
Tenía, para poner agua en la jarra, que romper inclementes
Las finas costras de hielo que se formaban en la pileta o en el río

Calientan el cuerpo de cualquiera
Unas tortas fritas y unos mates  
Y así conseguíamos ir campo afuera

Por caminitos de pedregullo angular
Al lado de árboles sin hojas
El frío lastimaba el pecho al respirar

En mis memorias, el invierno era más helado
La tierra más mojada, los sabores más ricos
El cielo más gris y mi Uruguay más amable y amado

En esta mañana fría y gris
Volví a un tiempo hermoso
Volví a una infancia campera y feliz