domingo, 6 de mayo de 2012
jueves, 3 de mayo de 2012
La fragua de Vulcano
La fragua de
Vulcano
Para un trabajo de español sobre telas, elegimos la gran obra barroca “La
fragua de Vulcano” hecha por Diego Velázquez en el año 1630, perteneciente al
buen inventario de obras del Museo del Prado desde 1819.
Esta opción se dio por tres motivos. El primer motivo
es que el autor es magnífico, realista, habiendo puesto en las expresiones de
los personajes vida, dolor, amor, sentimientos mil.
El segundo motivo de habernos escogido esta obra es la
fuerza mítica del personaje: Vulcano, célebre dios herrero de la mitología
romana, correspondiente a Hefestos en la mitología griega. Dominaba la artesanía del fuego y de los
metales, hijo de Júpiter y Juno. Aunque era viejo, feo y cojo desposó a la
diosa más bonita de todas: Venus, que lo traicionaba con el dios de la guerra
(Marte). Nos cuenta la tradición mitológica que su fragua y hornos quedaban
abajo del monte Etna en Sicilia – Italia, teniendo como ayudantes cíclopes y
titanes.
El tercer motivo de esta fácil decisión fue que la
obra “La fragua de Vulcano” representa con rara belleza el justo momento en que
recibía la lúgubre noticia que estaba siendo traicionado por Venus y Marte. La
dicotomía opuesta entre luz y sombra se ve muy clara en el contraste de las
ropas del dios sol, llamado Apolo, con las ropas oscuras de quienes trabajaban
en el subterráneo. Apolo, de relumbrantes laurel y túnica anaranjada, es el
portador de la mala noticia del adulterio de Venus. Él es dios de la poesía y
de la música, conocedor de la verdad representando la superioridad de las Artes
frente a la Artesanía, representada en Vulcano.
Además la linda obra se destaca también por la
oposición entre los bellos trazos del rostro de Apolo enfrentada a los groseros
rasgos de la faz de Vulcano. La opulencia azul del cielo en el lado de la tela
donde estaba Apolo contra la plúmbea fragua de Vulcano. La suavidad blanca de la piel de Apolo contrastando con
la severidad oscura de la piel de Vulcano. Queda subentendida la diferencia de
utensilios con los martillos al suelo en comparación con la lira que debe haber
quedado en el cielo. Las expresiones
misto de incredulidad y rabia de Vulcano son igualadas solidariamente por sus
ayudantes, que sintieron con su jefe el golpe ultrajante de la mala suerte y
traición. Al contrario, la expresión de Apolo es serena y suave.
Sólo nos resta un adjetivo para calificar esta obra:
¡Divina!
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